El indestructible amor de Dios
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. ~ 1 Corintios 13:4-7
Después de leer esta fascinante definición del amor lo primero que posiblemente pensarás será: “Bueno, se escucha muy poético, muy lindo, pero, ¿Realmente existe esta clase de amor?”. La respuesta es si, pero debo aclarar que este pasaje no esta describiendo al amor humano sino el verdadero, el cual, a diferencia de lo que hemos conocido, no es un sentimiento, una cualidad o un atributo, sino la naturaleza misma de Cristo.
En las Escrituras, el libro de Génesis nos relata que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, sin embargo, también describe la tentación y caída de éstos primeros seres humanos, nuestros predecesores. Fue en ese trágico momento que la corrupción y el pecado se enseñorearon del hombre, convirtiendo también todos sus atributos, en versiones corruptas del original. De manera que el hombre puede amar, pero no con el amor que describe este pasaje, sino con un amor conforme a su naturaleza caída, un amor corrupto.
El amor humano es frágil y egoísta; incapaz de entregarse sacrificialmente pues en su naturaleza caída no existe la posibilidad de un acto de mayor estatura, de manera que aunque ama, lo hace siempre esperando el recibir algo a cambio. Sin embargo, Dios abrió un camino por medio de Cristo, para que todo aquel que rinda su vida a Él, reciba también su vida incorruptible, convirtiéndose en un conducto de su amor; una expresión visible de su naturaleza.
Aquel que ha decidido vivir para Cristo, ha sido convidado de un amor perfecto, un amor que nos lleva a amar a nuestro prójimo aún por encima de nuestras propias vidas. Este amor no solo es perfecto, sino también indestructible. De ese calibre es la naturaleza de nuestro redentor!