Filtros que imposibilitan la visión: Parte 7 – La Obediencia
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
Este es nuestro séptimo (y penúltimo) filtro religioso que nos impide ver plenamente al mismísimo Señor Jesús. Este es uno de los filtros que personalmente porté durante muchos años: La obediencia y sumisión a Dios y a otros.
Ahora bien, este filtro (así como los demás) a primera vista tiene la apariencia de ser legítimo y correcto. Por supuesto, Dios desea que le obedezcamos y nos sometamos a sus siervos y a todos los demás en el cuerpo de Cristo. En el Nuevo Testamento hay cerca de 58 versículos que contienen la frase “unos a otros”. Uno de ellos es “Sométanse unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). La rendición mutua es un aspecto muy importante de la vida del cuerpo, misma que procede directamente del mismísimo Dios triuno, pero permítame comenzar a explicar este filtro relatando una historia de mi propia experiencia.
[pullquote]Mi Propia Dedicación y Obediencia a Dios[/pullquote]
Cuando era mucho más joven y aún un nuevo creyente, era un hermano muy entusiasta, apasionado e incluso dedicado. Quería llegar a ser un gran hombre de Dios y anhelaba ir a todo lugar y hacer cualquier cosa para mi precioso Señor. Se me enseñó que la obediencia era mejor que el sacrificio y que todos mis sacrificios juntos no equivalían ni siquiera a un saco de frijoles si no obedecía a Dios. Así que fijé fuertemente mi mirada en esa ruta, deseando convertirme en un siervo fiel y obediente al Señor.
Leí muchas biografías de hombres y mujeres de Dios de tiempos pasados quienes vivieron completamente dedicados y apartados para Dios. Ellos amaron a Dios con todo su ser, y yo quería llegar a ser como ellos; algunos oraban por horas cada día ¡sobre sus rodillas!, algunos otros lo dejaron todo y se mudaron a otro país para predicar el evangelio a los perdidos, y algunos otros fueron severamente criticados y perseguidos por amor de Su nombre. Mi pensamiento acerca de estos hombres y mujeres era: si ellos pudieron, ¡yo también podría! Todo lo que se necesitaba era una firme e inquebrantable determinación, y una estricta obediencia a la palabra de Dios, o al menos eso es lo que pensaba.
En ese tiempo, estaba también asistiendo a la iglesia, la cual creía fuertemente en el movimiento de pastoreo/discipulado. Este fue un movimiento en los 70’s donde la autoridad y sumisión al liderazgo “espiritual” era tomado como el camino para conocer a Dios y convertirse en un creyente maduro. La obediencia era la llave para todo, al menos eso se nos enseñó. Si usted obedece a sus pastores, usted está obedeciendo a Dios, en caso contrario, era considerado una persona rebelde que necesitaba ser castigado por el Señor. Como yo quería agradar al Señor con todo mi corazón, yo creí ésta enseñanza e hice mi mayor esfuerzo para obedecer al liderazgo en la iglesia. Durante ese tiempo de mi vida también oraba y estudiaba la biblia por horas cada día. Tuve que levantarme muy temprano para alcanzar a hacer todo eso.
Además, durante ese tiempo sentí que necesitaba obedecer más a Dios en áreas relacionadas con la ayuda a los pobres y el alcanzar al perdido. Así que, por un tiempo, trabajé cada semana en una misión para salvar mi ciudad, testifiqué tocando puerta por puerta, y prediqué el evangelio en las calles. Aunque vi muy pocos resultados de este trabajo continué pues quería agradar a Dios y obedecer Su palabra. Creía que si oraba con más fuerza, si tan solo creía con más fe, testificaba más, y servía más a Dios, conseguiría agradarle. Honestamente casi sufrí de un ataque de nervios ¡tratando de agradar y obedecer a Dios!
[pullquote]Liberándose de la Obediencia[/pullquote]
Es posible que algunos de los que están leyendo esta publicación puedan malinterpretar mi siguiente declaración, pero¡Desesperadamente necesitaba ser libre de la tiranía de la obediencia!
Al fin, después de 15 años de tratar de obedecer y agradar a Dios tuve una revelación: ¡APENAS CONOCÍA A ESTE DIOS QUE ESTABA TRATANDO DE AGRADAR CON MI OBEDIENCIA!
Descubrí que la vida eterna no estaba basada en mi obediencia; que Cristo me crucificó en la cruz ¡incluyendo mi propia obediencia!, entendí que había construido toda mi relación con Él basado en mandamientos en lugar de VIDA y que no tenía ninguna razón de presumir de mi obediencia porque en mí (en mi carne) no había una sola cosa buena. Fui llevado al final de mi propio ser y finalmente me di cuenta que separado de Él ¡NO PODÍA HACER NADA!; que me había vuelto autosuficiente y elitista por pensar que era más dedicado, más apasionado y más obediente que otros creyentes; que me había convertido en esclavo de un impositivo sistema jerárquico de autoridad y sumisión que mantenía atrapada a mi familia en servidumbre; que me había convertido en un tirano en mi propia casa.
Descubrí que verdaderamente no había ninguna forma en la que yo pudiera conseguir agradar a Dios; que solo había Uno quien podía agradar al Padre: Su único Hijo (Mateo 3:17) en quien ahora yo estaba; que era una nueva creación que formaba parte del Hijo y en quien tenía esa misma relación con el Padre. Descubrí que solo había un Hijo, y yo habitaba en Él.
También descubrí que no podía siquiera obedecer a Dios; que separado de Él realmente no podía hacer ¡ABSOLUTAMENTE NADA! Descubrí que la clave de todo era permanecer en Él. Que se trataba de vivir por Su vida y no por mi propia vida humana. Entendí que si permanecía en la Vid verdadera podía obtener el fruto de todo Su carácter y naturaleza, incluyendo también ¡LA OBEDIENCIA DEL HIJO HACIA EL PADRE!
/ Traducido al español por Rodrigo Aguilera (@rodaguileramx) /